Al poco tiempo de conocerte, me comenzaste a agradar, ahora que te tengo no te puedo olvidar
Los inconvenientes de la pareja y la familia eran privativos de los cónyuges, de tal suerte que los hijos prácticamente nunca se enteraban. La separación y el divorcio estaban tan estigmatizados, que los casados preferían cualquier problema ya antes que enfrentarse a tan satanizado pecado.